jueves, 8 de diciembre de 2011

Si hay algo que trató de enseñarme siempre mi familia, toda mi familia no solo la cercana, es que no se puede tener todo. Y no digo “no se puede tener todo” en un sentido pesimista, hoy finalmente lo entiendo. No se puede tener todo en el sentido de que uno tiene que afrontar las consecuencias de sus elecciones, de sus preferencias. Como siempre digo, todo en la vida tiene un lado bueno y uno malo, una parte que implica sacrificio y otra gratificación. Un gran privilegio, una gran gratificación, implica un gran sacrificio. No se pueden lograr nuestras metas más altas si no estamos dispuestos a ceder parte de nosotros al mismo tiempo, y, vuelvo a aclarar, no en un sentido pesimista, siempre mirando lo bueno que obtenemos, el placer de llegar a cumplir esa meta que va anular totalmente todo lo desgratificante del camino que nos lleva obtenerla. No sé, también últimamente me da muchas vueltas en la cabeza la idea del karma, de que es demasiado egoísta pretender tener todo. Y no "tener" en un sentido de posesión, de materialismo, sino algo así como de poder “disfrutar” de todo. Las elecciones del día a día, las elecciones a futuro significan que dejamos de lado otras opciones, que elegimos la que nos parece más adecuada para nosotros, la que mejor nos complementa, dejando de lado las que, eligiéndolas, nos dejarían con las ganas de haber elegido otra cosa. Con esto quiero decir, que no es que se desprecian las otras opciones, sino que siempre va a haber una predilección por ciertas cosas, que en cada persona van a ser totalmente diferentes. No creo que se pueda pretender tener excelentes notas en la facultad y a la vez mantener una vida social al 100%,  no creo que se pueda ser bueno en matemáticas y en lengua, no creo que se pueda tener todo el dinero del mundo y a la vez conservar la sensibilidad social, no creo que se pueda estar en pareja y querer vivir como si no lo estuvieras, no creo que se pueda ser el mejor en situaciones de razonamiento y a la vez en situaciones de creatividad, no creo que se pueda satisfacer completamente y a la vez al corazón y a la cabeza, no creo poder vivir con mi conciencia sabiendo que mi familia me está costeando el sueño de mi vida y a la vez salir todos los fines de semana o seguir teniendo los privilegios de siempre o irme también de vacaciones de verano como si no me diera cuenta del sacrificio y el esfuerzo que están haciendo (y no hablo solamente en sentido monetario), no creo que pueda ajustar para bien ciertos aspectos de mi vida sin que otros declinen, no creo que sea posible centrarme en repararme a mí, en sentirme bien conmigo de una vez por todas sin que peligre el sentirme bien con los demás, pero al final de todo esa es la cuestión, saber encontrar el equilibrio, ser lo suficientemente valiente como para asumir los malos aspectos de nuestras elecciones, porque se supone que si tomamos cierta decisión ya están incluida en ellas esos malos aspectos. Y no hablo de conformarse, sino de todo lo contrario, de apostar a algo, de arriesgarse a cumplir las metas de nuestra vida, siendo lo suficientemente osado para jugarnos por eso y aceptar las consecuencias, porque la mayoría de las veces jugar a querer todo nos lleva a tener nada.

No hay comentarios: