sábado, 28 de abril de 2012

Y por fin la conclusión en exceso engorrosa: definitivamente es mi compulsión de repetición. El progenitor que nunca lo fue, el padre que nunca lo fue, el mejor amigo que nunca lo fue, y, como era de esperarse, el amor que nunca lo fue.
Maldita e interminable compulsión, ligate de una vez... o aunque sea por algunos momentos.

domingo, 22 de abril de 2012

Llegué al punto en el que no se si tengo que enojarme con vos por como sos conmigo o enojarme conmigo por como soy con vos. De lo que si estoy segura es que de este punto no hay vuelta atras, tendria que asimilarlo de una vez por todas.

miércoles, 18 de abril de 2012

Estoy harta de pensar.
No quiero pensar, quiero sentir.

lunes, 16 de abril de 2012

Varios cúmulos de pensamientos rondan en mi cabeza, van de a grupitos, agarrados de la mano, aferrados unos a otros, esperando el momento correcto para abalanzarse sobre otro de los grupitos y robarles el lugar que creen merecer. Mientras tanto yo me banco  la convivencia de todos ellos en mi cabeza, de ellos en forma de grupo y de ellos en forma individual, sus luchas, sus victorias momentáneas y sus victorias permanentes.
Son esos momentos de luchas internas los que ponen en duda todo lo que somos, lo que somos como uno, como persona, y lo que somos en cuanto a los demas, en cuanto a lazos. Es, y siempre lo va a ser, una de las grandes incógnitas de mi vida, ¿Que es un lazo? ¿Que lo define? ¿Tienen fecha de caducidad puesta de antemano o nosotros la vamos marcando con el tiempo? ¿Puede que sean imperecederos? ¿Depende de nosotros hacerlos imperecederos?
Por mas que amemos mas que a nada en el mundo, siempre llega el momento en que eso no basta, en que el intercambio se vuelve hostil, y hasta a veces una carga, una obligación. Siempre esta el momento en que las relaciones flaquean, la parte en que la otra persona no nos da lo que necesitamos, la parte en que nos cansamos de esperar eso que queremos, la parte en que uno mismo ya no quiere dar, la parte en que nos cansamos de escuchar el reclamo. Por falta de ganas, por cansancio, por capricho, por egoismo, por necedad, por complacencia, por enojo, por lo que sea. Y cuando pasa eso, ¿que hacemos?
Son muchas las cosas que siento en este momento, pero lo último que quiero hacer es caer en la facil solución, en esa solución  muy renombrada que podriamos titular como "si la otra persona no nos da lo que necesitamos, tenemos que buscar otra que si lo haga". No quiero caer en eso, siempre lo sentí como una respuesta vacia, una respuesta plagada de egoísmo. Por mas que sienta todo lo que siento, ¿Quién soy para exigir al otro? Lo admito, me tienta demasiado y la verdad es que en estos momentos no se me ocurre otro camino, pero se que se me va a ocurrir en algún momento. Asi somos nosotros, los seres humanos, aunque admitirlo seria una gran herida narcisista,  la mayoria de las veces nos gobierna el instinto, la supervivencia, y ante el peligro, huimos. Cargamos nuestra mochila de recuerdos efímeros, unos mas pesados que otros, la colgamos al hombro y partimos a puerto seguro en busca de refugio.
Debo decirlo, nunca me gustaron los grises. Trato con todas mis fuerzas de quererlos, de sentirme bien con los diferentes tonos, pero tarde o temprano me gano yo misma. Quiero que sea blanco o negro, y cuando ya entre en ese pensamiento no puedo volver atras. Toda mi vida estuve segura de que si planteamos todo sobre la mesa, es blanco o negro, no importa si para mi es blanco y para el otro negro, por lo menos estamos de acuerdo en que son opuestos. Los grises me cansan, demasiadas posibilidades, demasiadas variaciones, demasiados tonos en los que apoyarnos para evitar ver las cosas en su real color.