jueves, 30 de diciembre de 2010

Estoy harta de la gente que necesita culpar siempre a los demás. Estoy cansada de las personas que no tienen capacidad de autocrítica. Me molestan, me ofuscan y me agreden los seres que no se sientan un minuto a hacerse cargo de sus propios errores, características o actitudes. Estoy esgunfiada de escuchar una y otra vez la misma cantinela porque puede que te haya tocado encontrarte con una persona jodida pero vos, como mínimo, te quedaste ahí. Y no está mal haber pifiado, el problema es la crónica incapacidad de admitirlo. A ver si nos vamos entendiendo. ¿Viste esa pareja o historia que te incluía y se terminó? Bueno, vos tuviste algo que ver con que exista y algo que ver con que acabe. Fijate, analizalo, pensate. En algún lugar está eso que hiciste o fuiste y que podés modificar, mejorar o, al menos, reconocer. Entendelo, el plazo para enojos irracionales caduca y llega un momento en que deberías ser capaz de reconocer qué parte jugaste en esa partida. ¿Tus amigos se van alejando sistemáticamente de vos? Noticia de último momento. Vos también tenés que ver con eso. Porque una cosa es que una o dos o varias personas se desubiquen, te malinterpreten, deliren pero otra es pensar que todos están arruinados, son malos o no saben querer y vos sos la pobre víctima de los males ajenos. Me asqueás. Si no querés hacerte cargo de tu vida, allá vos pero, por favor, evitame el mal rato de escuchar excusas cobardes.

By Desayuno con pantuflas.

No hay comentarios: