viernes, 11 de marzo de 2011

Cuando nos paramos y miramos para atrás, cuando evaluamos nuestro pasado, nuestras decisiones, nuestras palabras, nuestros hechos nos damos cuenta de que muchas veces nos equivocamos, tomamos decisiones precipitadas o decisiones conjuntas que nunca fueron deseadas individualmente. No quiero decir que todo eso haya sido erróneo, sino que, obviamente despues de pasados unos años crecemos, cambiamos, y con eso cambian nuestras perspectivas, nuestras prioridades, nuestras empatías, y junto con todos esos pensamientos y esas sensaciones nuevas nos damos cuenta que en la actualidad no hubiésemos reaccionado como lo hicimos anteriormente. Tampoco quiero decir que me arrepienta, sino que en ese momento sentí que hice lo correcto, lo que creia lo mejor, lo mas sensato y ahora habria hecho totalmente lo contrario o encarado la situación de otra manera. No podemos volver el tiempo atrás (aunque no serviría de mucho),  ni tampoco deshacer lo que ya hicimos.  Podemos cambiar nuestro presente, tratar de solucionar esa metida de pata, el problema es que no sé si eso es realmente lo que quiero. En pocas palabras, y para dejar de enredarme, no me arrepiento de mis decisiones ni de las consecuencias de ellas, solamente digo que ahora actuaria de otra forma, pero la realidad es que sin esas acciones que ahora veo equivocadas no hubiese sentido la necesidad de cambiar, no hubiese crecido, no hubiese aprendido. Odio todas estas ironías que tiene la vida. 
Mi pasado tuvo cosas geniales y cosas estúpidas, cosas que me encantaria repetir y cosas que no quisiera nunca haber vivido, pero gracias a todas ellas hoy en día me doy cuenta de todo lo hermoso que me rodea y puedo reírme de lo que me hace mal, tomármelo con calma. Tome decisiones equivocadas, me deje llevar e influenciar por quienes solamente me consideraban una ficha mas en su jueguito de ajedrez, muchas veces fui egoísta, muchas me intereso mas mi bienestar que la felicidad del otro, perdí amigos que hoy extraño y encontre otros que me llenan la vida de vida, reconozco que muchas veces fui la equivocada y que en otras tuve la razón, entiendo que los que fueron parte de eso siempre van a tener su propia visión y como yo, no van a ceder ni entender la mía, muchas veces no soporte las subjetividades, muchas otras aprendi a respetarlas. Me encantaría hoy sentarme y hablar todo esto con las personas que fueron parte, me encantaría que hayamos crecido, que hayamos cambiado, pero que la esencia de la relación siga latente, me encantaría agarrar los hechos, guardarlos en una cajita y enterrarlos dos metros bajo tierra, me encantaría arrancar de cero con las cosas malas y dejar estables las cosas buenas. Me encantaría, pero de repente pongo los pies sobre la tierra y me doy cuenta de la realidad, de que no podemos olvidar lo que nos lastimó y a quienes lastimamos, que siempre vamos a tener miedo de que todo se vuelva a repetir,  que las heridas de este tipo no se cierran, que hay cosas que no cambian, pero extrañar y a veces necesitar nos lleva a tener estas estúpidas esperanzas.

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