viernes, 23 de noviembre de 2012


Él/ella se lo pierde.

Todos (pero todos, todos) alguna vez le dijimos eso a alguien a quien queremos mucho cuando le tocó enfrentarse a las penas del desamor. Todos (pero todos, todos) alguna vez recibimos esa frase de alguien que nos quiere mucho e intentamos que sirva de algo. Ahora bien, de verdad, escapa a mi capacidad de comprensión. Entiendo por qué terminamos cayendo en ese cliché. Sé que la impotencia exasperante de no poder curarle el corazoncito al otro nos lleva hasta ahí. Es más, comprendo que quien dice semejante atrocidad valora tanto al receptor del mensaje que sinceramente, por una fracción de segundo, considera que la pérdida es del tercero en cuestión.

Después, cuando se terminaron los mates, cuando cerramos la ventanita del chat, cuando la botella de vino vacía dormita abandonada en la mesa y nos quedamos sin interlocutor esa frasecita que tintinea en la cabeza no sirve, no alcanza, no sana. Simple y sencillamente porque es, en el mejor de los casos, una mentira piadosa.

¿Qué pierde el otro? ¿Una historia que no le interesa con una persona que no le importa lo suficiente? Así es fácil perder. Lo que duele, lo que cuesta, lo que arranca partecitas de nosotros, es perder una ilusión. El antojo de querer y ser queridos por esa persona en ese momento, las ganas de compartir vida, el deseo de hacernos compañía, la necesidad de regalarnos detalles de los días mutuamente. Eso es perder. Nadie pierde en la mesa de póquer en la que no jugó ni una moneda.

La Abu siempre afirma que sin coraje no hay batalla pero, por sobre todas las cosas, que el que no apuesta, no gana. Entonces, sabelo, pierde el que se queda con el corazón lleno de moretones, con las ilusiones abolladas y la garganta hecha un sólo nudo de pena. Perdés vos, sí. Perdés antojos, ilusiones, necesidades y ganas y una historia que no le interesa con una persona a la que no le importas lo suficiente. Y duele y enoja y lastima y después, ojalá más antes que después, pasa.

Así que por favor, no resignes, ni por un instante,
las capacidad de ilusionarte hasta los huesos.
(Nadie vale ese precio)
 
http://desayunosenpantuflas.blogspot.com.ar/

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